CLAVES HISTÓRICAS PARA COMPRENDER A IBEROAMÉRICA I Ysrrael Camero

Ysrrael Camero Guevara

¿Ha cambiado el mapa político de Iberoamérica? La victoria del antiguo dirigente estudiantil Gabriel Boric en Chile, el triunfo del ex alcalde de Bogotá Gustavo Petro en Colombia y el retorno a la Presidencia del antiguo dirigente sindical Lula Da Silva en Brasil parecen expresar el deseo de transformación de una parte de la sociedad.

Por otra parte, el gobierno del peronista Alberto Fernández vive sus horas más oscuras en Argentina, asediado por la crisis económica y la inflación. El enfrentamiento entre el Congreso y el presidente peruano Pedro Castillo derivó en su salida del cargo y apresamiento, tras intentar disolver al Legislativo.

Tres gobiernos autoritarios permanecen consolidados. Nicolás Maduro parece estabilizarse en Venezuela frente a una oposición que tiene dificultades para coordinarse para las elecciones presidenciales de 2024. Daniel Ortega expulsó a más de dos centenares de líderes opositores, arrebatándoles la nacionalidad. Y el autoritarismo cubano, el más longevo del continente, hace uso de su influencia para tejer una alianza continental.

¿Qué claves históricas nos permiten entender estas transformaciones sin perdernos en el camino? En este artículo haremos un recorrido por las áreas geohistóricas que marcan las diferencias regionales, las dinámicas de cambio, así como los procesos comunes que la han forjado al mundo iberoamericano.

La diversidad geohistórica

La unidad percibida esconde una diversidad, derivada de su historia, geografía y de la manera en que sus economías se han articulado con el mundo, la lotería de bienes.

En el Cono Sur encontramos tres realidades distintas. El valle central chileno constituye una particular insularidad, una estrecha franja de tierra que se extiende entre el Pacífico al oeste, y las alturas nevadas de los Andes al este, con un seco desierto al norte y un helado sur.

En la costa atlántica las disputas por el puerto de Buenos Aires definieron a Argentina, donde la conquista y poblamiento de las pampas fueron posteriores a su independencia, y donde la llegada de los migrantes europeos dejó marca profunda, pasando por olas de populismo, militarismo y democracia con falencias.

A Uruguay le ha tocado abrirse paso entre gigantes, forjándose en la frontera entre el imperio portugués y el español, luego entre Brasil y Argentina, una sociedad que destaca tanto por un sector ganadero poderoso como por su culta clase media.

Un tradicional aislamiento ha acompañado al Paraguay, formado alrededor de las misiones jesuíticas, tensionado entre poderes regionales y extrarregionales que cerca estuvieron de llevarlo a su desaparición.

Un ritmo distinto tiene la región andina, con determinante presencia de pueblos-testimonio, de allí que el indigenismo ha mostrado fuerza en Bolivia, Perú y Ecuador. Las diferencias entre la costa, ausente en Bolivia, determinante en Perú, la sierra, con mayoría indígena, y la selva, con recursos y escasa población, ha influido en el manejo del poder. Esto se expresa incluso en tensiones entre poblaciones, como la existente entre Quito y Guayaquil, o entre Lima y Cuzco.

Colombia es una encrucijada entre el Pacífico y el Atlántico, entre el mundo andino y el Caribe, y entre el sur y el norte. Grandes desigualdades regionales derivan de su accidentada orografía, que aísla poblaciones permitiendo el encapsulamiento del paisaje de la violencia y la guerra. La búsqueda de la paz nos ayuda a entender su más reciente historia.

Tenemos al lado a Venezuela, de enorme fachada caribeña, pero con una franja andina que desciende por las serranías de la costa, de occidente a oriente, rodeando a los llanos y a las selvas del sur. El recurso petrolero le permitió en el siglo XX modernizarse y democratizarse. Ese proceso se truncó en el siglo XXI, descendiendo hacia las profundidades del autoritarismo y el retroceso económico.

Dominando al sur emerge monumental Brasil, que limita con la mayoría de los países sudamericanos. Se pobló desde las costas hacia el interior, de manera insólita preservó su unidad imperial, heredada de Portugal, sin que implique homogeneidad, el contraste entre norte y sur tiene expresiones políticas que derivan de su historia. Con la economía más poderosa de Iberoamérica llega a tener en ocasiones importante influencia sobre el continente.

El Caribe fue definido como frontera imperial, lo que se expresa en la excentricidad idiomática de sus pequeñas islas, las Antillas menores, donde encontramos presencia británica, danesa, holandesa, francesa y española, siendo estas dos últimas las dominantes en las Antillas Mayores. Durante los siglos XVIII y XIX fue la economía de plantación esclavista la que definió sus paisajes, hoy lo hace la industria turística.

Podemos destacar tres excentricidades caribeñas: la república que emergió de una revolución de esclavos, Haití, pasando por Puerto Rico, atada a Estados Unidos desde 1898, hasta Cuba, que sufre al régimen autoritario más dilatado y brutal.

Panamá emergió independiente como intersección comercial entre dos grandes océanos. Ha sido la presencia de EEUU factor determinante, desde su separación de Colombia, con la construcción del canal, hasta la actualidad.

A su lado se mantiene Costa Rica como oasis democrático estable en una región convulsa y pobre. Completa Centroamérica las repúblicas de Guatemala, El Salvador, Honduras y Nicaragua. Esta última marcada también por la entronización de un brutal autoritarismo bajo Daniel Ortega, quien parece hoy un heredero del somocismo.

La debilidad institucional del Estado hace posible la recurrente tentación autoritaria, incluso aplaudida por una parte de la población, como lo vemos en la deriva de Bukele en El Salvador.

Al norte encontramos la inmensidad mexicana, extendida entre la selvática Yucatán proyectada al Caribe, pasando por el Valle Central, donde más de 22 millones de personas viven en el DF, hasta el norte seco marcado por la frontera con EEUU. Varios mitos le dan forma, desde las instituciones novohispanas virreinales hasta la Revolución que definió su siglo XX.

Actores, búsquedas y procesos comunes

Toda esta inmensidad regional parece unida por experiencias históricas compartidas, por la presencia formadora de los imperios español y portugués hasta principios del siglo XIX, por la influencia comercial del imperio británico hasta 1914 o 1930, dependiendo de la zona, por la de Estados Unidos desde 1898 hasta la actualidad, y por la creciente presencia de China, que con su nueva Ruta de la Seda, extiende sus inversiones por toda la región.

También ha estado marcada por búsquedas comunes, desatadas tras su ruptura con los imperios ibéricos, en el siglo XIX, la emergencia del proyecto republicano, la construcción de la nación, así como el intento de construir un Estado liberal, y en el siglo XX la búsqueda del desarrollo por un lado y la lucha por la democracia, es decir, por la ciudadanía democrática, por el otro.

Sirvan estas breves líneas para entregar algunas claves que nos ayuden a comprender el cambio en el papel de los países iberoamericanos en la geopolítica actual.



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