Febrero 2024
Queridos alumnos:
Ahora que estamos en plena cuesta de enero, nada como dedicar un poco de tiempo a pensar en las ideologías que se adentran en nuestro país y se convierten en fuertes movimientos culturales y antes de que nos demos cuenta ya han permeado tanto que impregnan nuestro modo de pensar, de hablar y de relacionarnos.
La cultura woke a la que dedicamos hoy los artículos de nuestra Newsletter es una ideología reciente que comenzó en Estados Unidos criticando un sistema de desigualdades entre blancos y negros y una serie de privilegios a las personas por el mero hecho de ser blancas. “Defiende la idea de que hemos de mantenernos despiertos (de ahí el término woke) para poder hacer frente a estas injusticias. En 1940, se consideraba woke a una persona que era consciente de las injusticias en la sociedad y que actuaba en consecuencia. En 1962 se publicó un artículo en el New York Times titulado: If You’re Woke You Dig It. (“Si estás despierto lo entenderás”) escrito por William Melvin Kelley y en1965, Martin Luther King Jr. dio un discurso llamado: “Mantenerse despiertos frente a una gran revolución». Esta cultura ha ido creciendo poco a poco, hasta llegar al movimiento de Black Lives Matter.
El objetivo de esta cultura es y fue bueno en principio. Buscaban el paso de una sociedad opresiva a una inclusiva en la que todos, independientemente de su sexo, raza, identidad sexual, tengan igualdad de derechos. Veréis en los artículos una tendencia al hartazgo de esta ideología, sin embargo, creo que la tendencia a agrupar y etiquetar todo nos ha llevado al error de meter en un mismo saco a cosas que son diferentes y tienen consecuencias opuestas. Bueno es que cualquier sociedad esté alerta para darse cuenta y frenar las injusticias y abusos, nada que objetar, pero en ese camino, los woke consideraron lícito censurar al sector de la sociedad que no pensaba como ellos y aquí empezó el problema. Surgió una nueva cultura asociada a la cultura woke que es la “cultura de la cancelación”. Y aquí es donde procede la crítica.
¿Cómo nos afecta en nuestra vida diaria? De muchas formas, pero veo una especialmente nefasta. Los jóvenes, pensando que defienden una causa justa han llevado su lucha a tal extremo que “tachan” o “cancelan” a aquellos que no se alinean con lo que proponen y llevado a la práctica, no cambian su forma de hablar. Reconozcámoslo, desde que esta cultura de la cancelación ha llegado, tenemos mucho más cuidado, cuando no miedo, a hablar de ciertas cosas o a utilizar ciertas palabras porque tememos que nos tachen (cancelen) de antiguos, fachas… esto lo que ha hecho es suprimir los sanos debates de toda la vida propios de una sociedad abierta e instaurar un lenguaje y un pensamiento que no choque ni ofenda a los seguidores de esta ideología. Otro efecto indeseado y que nos afecta a nuestra vida diaria es cómo se ha complicado la comunicación intergeneracional. Jóvenes hijos regañando a sus padres por utilizar palabras fuera del neolenguaje frente a padres que apelan a su derecho a usar su lenguaje habitual para expresarse libremente. El resultado es una sociedad que pretendiendo sanamente “estar despierta” antes las indeseables desigualdades, es cada vez más cerrada, opresiva, aburrida y polarizada, “estás con nosotros o estás fuera”. La crispación intergeneracional creada por el lenguaje es absolutamente innecesaria.
Bienvenidas las corrientes ideológicas que están alerta a las injusticias libertad y cuidado también con imponer otra como es la cancelación e imposición del lenguaje. Ante nuevas ideas, hay que atreverse a pensar, a discutir y a hablar.
Cristina Alonso
Directora
Contesta a: crisalonso65@gmail.com